Se acerca la navidad y como cada año, los buenos propósitos se adueñan de nuestros pensamientos y todos nos hacemos mejores; se adueña de nosotros ese poder místico que nos hace ser mejores personas y nos convierte en verdaderos seres humanos... La idea es buena, pero el problema es que nosotros, todo eso no lo vemos. En realidad nos damos cuenta de que se acerca la navidad cuando comienzan a colgar las luces por las calles, lo cual si la cosa sigue así, cualquier día de estos ocurrirá en agosto (aunque a veces hay barrios o municipios en los que, en lugar de colgarlas pronto, directamente no las quitan. Y no podemos negarles su lógica porque: ¿para qué nos vamos a dar el trabajo de quitarlas si dentro de 10 míseros meses tendremos que volver a colgarlas? ¡Con el espacio que ocupan!) Pero, bromas aparte, sí es cierto que la gente experimenta cambios en estas épocas, todo el mundo intenta hacer un paréntesis en el transcurso cotidiano de su vida para poder disfrutar de estas fechas el máximo y ser mejor persona, por ejemplo: durante el resto del año ¿a quién no le ha llamado a su puerta un indigente o inmigrante solicitando una ayuda? ¿y que hacemos? la mayoría de las veces, si primero hemos mirado prudentemente por la mirilla no abrimos y si abrimos encontrándonoslo inconvenientemente por sorpresa (uff) simplemente encogemos los hombros, gesticulando absurdamente con las manos hacia nuestros bolsillos mientras balbuceamos: "no tengo suelto..." En cambio estos días, si abrimos la puerta y encontramos un grupo de jóvenes adolescentes cantando ¿graciosamente? el aguinaldo, contribuimos generosos y orgullosos a su causa (la cual consiste en montar una gran fiesta en la que, como poco, prime el alcohol y a la que, por supuesto, no estamos invitados) Pero lo cierto es que la navidad no deja de ilusionar. Cada vez con más antelación, las calles se iluminan, se engalanan y los comercios exponen sus productos navideños... todo el mundo parece ser un poco más feliz (excepto los que viven en pisos bajos, los cuales, o mantienen cerradas las persianas o las luces que engalanan sus calles se encargarán de mantenerles en un día perpétuo hasta la cuesta de enero) y muchas personas aprovechan para hacerse los llamados "buenos propositos" (voy a dejar de fumar, voy a dejar de beber, voy a ser más amable, voy a dejar de acostarme con la mujer del jefe...) Y es que, en general, a todos nos gustaría ser mejores personas y estos días señalados aprovechamos para demostrarlo y para hacerlo patente. El problema es que, por ejemplo, también a todos nos gustaría también ser más guapos, inteligentes, felices, millonarios... aunque sepamos que, por mucho que nos esforcemos, hay cosas que no son posibles...